1
El amor es uno.
No basta todo el mundo para percibirlo,
ni toda la sensación para acaecerlo:
solo sucede
el amor que sucumbe ante la posteridad del yo
entre los éxtasis de las catacumbas del apesadumbrado pretérito;
entre la inutilidad del desinterés
y la muy poca nulidad de la sabia que cae
por lo más hondo de la fragilidad.
Amatorio no es lo sereno ni lo cándido,
ni lo loable, ni lo pérfido, ni lo astuto, ni lo ingenuo, ni lo fugaz, ni lo eterno.
Amor es el desgarrar una lágrima que oprime el pecho por el placer de verse a sí misma destruirse;
es recolectar entre la piel de un miércoles cualquiera una colecta de inexactitudes y retomar una por una,
hasta convertirlas en inexactitudes con cariño.
No es una cuenta abstracta ni una afirmación concreta, ni una metáfora ni un mero deseo o pensamiento.
Amar es brindarse a la caducidad del ser
y ver al otro tal cual es:
sin el vano deseo de ser amado,
sin la calamidad del egoísmo,
sin la esperanza de una derrota inesperada,
sin la visión de una victoria pírrica cualquiera.
El amor es derrotarse sin batalla,
es enfermarse de alegría y llorar por lo poco que se puede lograr;
es ver morir y recordar y ver morir y recordar;
es escribir estas páginas y volver a releer las mejores poesías:
es la persona que se encuentra al lado tuyo que contiene todas las lágrimas de amor
que no derramaste todavía,
porque la ocupación se encuentra en el presente amatorio.
El presente no llora.
El pasado y el futuro lloran.
El presente solo ama.
El presente es el paroxismo del amor, y llora por lo que fue y por lo que será,
por la alegría y por la tristeza, por lo postrero y por lo mecánico del recuerdo,
por la astucia que no se retiene cuando pocos son los equilibrios que sostienen la caminata diaria del no amor.
El amor es sobrellevar las palabras del no amor
y en un racimo de pichones en el cuerpo del deseo
darles de comer de las propias venas
y que mamen de la sangre para que crezcan
hasta convertirse en los halcones
implacables de la misericordia más lista y lúcida.
Lo poco que queda luego, está fuera de esto.
Un poema solo abarca al amor.
Cuando no se ama, se ama lo que se ama, y se deja de lado al amor mismo, porque es poco sencillo dejar de amar en el amor
cuando lo que se ama es el amor todo.
El amor es uno mismo.
El amor es uno.
Palabra gastada… Un poco de resignificación no diría lo siguiente:
Cuando te vea al alba, mañana, seguiré a tu lado, como cada mañana anterior,
como cada posterior de ellas hasta que cure todo los daños que te inflige el mundo.
Hasta que yo mismo sea memoria.
2
El pasado que vamos a crear juntos
ya deja verse
porque la luz atraviesa esta mañana
la claridad de la noche que nos dejará pronto,
y no encuentro mejor forma de decir
que cuando el futuro se haya ido,
las cosas que recordaremos mañana
serán el amor que hoy se presenta.
3
Entre relojes, muebles y tragos
fueron las cosas de nosotros a dar en vano
una alegría inesperada que con cada sendero
que se construyó frente a nuestros despertares
fue a dar allí su mejor paso.
¿Qué pretendemos olvidar?
¿A quién pretendemos decorar con nuestra voz?
¿Pensamos que la vida es tonta y no sabe
que cuando no la escuchamos ella igual tiene poder sobre nosotros?
Al momento en que no nazca una pequeña,
ínfima y generosa luz, antes del caos que sobreviene
en los cementerios,
yo quiero decirte el sentido,
yo quiero poder tocar tus deseos con los pies
y caminando en ellos expresar los colores
que en la restringida alfombra del día a día
se llenan de polvo junto con tantas otras emociones
ambivalentes por donde se las observe, putrefactas,
dañadas ya de tanto ir y venir,
y de tanto ajetreo en vano, como animales en rueda.
Sin más para contar, no hay cuento,
pero lo que persiste somos nosotros:
ya sin romance,
ya sin literatura:
el poema perfecto.
4
Como yo, libre,
pensate por fuera de mí. Recordate
como si fueras un olvido
y sentí las mejores compasiones
con el otro que sufre, muere, vive,
restringe y amplía, derrocha, gasta, ahorra, sobreestima…
Como yo, libre, pensaron los filósofos
que caminaron por el llano de los griegos,
antes de que las ojeras de la imprenta
nublaran el cartón
y que las fábricas de pasta de celulosa
destruyeran el idilio de la tinta y el papiro.
5
…y ahora que todos andan desnudos,
comen desnudos, viven desnudos,
se muestras desnudándose y recorren las imágenes
en severa desnudez,
puede él andar desnudo,
que poco lo estuvo, ni sintió fortuito estar desnudo,
y no se desnudó sino para fingir desnudez
ante el nudismo que no imperaba entonces,
el que ahora es regla,
y la desnudez de ahora permite tapar
la verdadera desnudez de antes,
que no era un desnudo precipitado
sino el constante esconderse para esconder el secreto
de quien está desnudo por dentro y fuera
por fuerza del amor y de lo artístico
que destruye los disfraces y desnuda
al ojo para que pueda ver al hombre.