Lejana la hermosura (30/1)
Son porvenires sin premoniciones,
palabras que trajeron del correo;
son recuerdos del futuro que invento
y recorridos nuevos sin folclore;
son esos carteles de los aviones,
lo que me parece que ya no siento.
Sin embargo, todavía me esmero
y entre días obtengo esos colores.
De a poco los iremos reinventando:
los pedacitos del oro quedaron
todavía en ciernes como una brisa.
Sobra tu hermosura, y la mía mira,
casi verde, lejana a la política
que me quita del borde de tus brazos.
Como literatura (4/2)
Queda el orgullo intacto de no haberte mentido,
más la felicidad de recordarte amigable
con mis pupilas en las tuyas y entrelazados
como espejos confundidos que de noche caen;
queda la novedad de las ilusiones secas,
cercanas, armadas entre textos de colegio;
queda la certeza de que uno es más que rutina;
queda nuestra costumbre; queda nuestro soneto.
Lo otro se ha ido o se irá si lo precipitamos:
se recogerá entre listones del viejo armario
y marchará, pero el olvido no es el olvido:
nos revive quien nos imita, quien es testigo.
Naceremos de nuevo como literatura
y un pájaro cansino
beberá los abrazos perdidos de las tundras
hasta acabar el frío.
Extranjero (7/3)
Un extranjero en mi tierra de infancia,
en brazos desconocidos electo
presidente de las insensateces,
me quedaré mandatario tan presto.
No volveré al cabildo de los humos,
de la ignorancia activa y de los viernes
sin llamadas o sin te necesito,
sin rumor de lo que callado crece.
Me quedaré en sus brazos de lo nuevo,
de lo que no herí ni me hiere tanto.
Nació lluviosa mañana de marzo
y borró el rabo de nube a las huestes
de las canciones viejas sin el canto.
Sumaré cariño en este mandato.
Campos submarinos (2/4)
Labradora en los campos submarinos,
para tu especie me hice de tu especie,
para tu sangre me hice a tu medida,
para tu boca sumergí mi frente
hasta que el agua enterneció la mía.
Así vivimos entre caracolas,
con costumbres nuevas de nuestras aguas,
labrando entre los peces y cantando
melodías que los peces nos daban,
sumergidos y entre dos enlazados.
Así vivimos: me hice submarino
siguiendo la esperanza de tu risa,
y recuerdo que mi abrazo seguiste,
mi espesura ataste a la tuya prístina
cuando olvidé mi vida en superficie.
Era una juventud desmesurada
la que miró hacia el mar donde llamaste;
también la tuya suspiraba espejos
en los que me vi tan conciso y parte
de tu labrado en los campos aquellos.
Sigo siendo parte, pero me llaman
tantos errores que cometí abajo
(de los que fuiste la principal víctima),
me piden que vuelva al terreno, al pasto
sin nuestra felicidad submarina…
Y he de volver, porque nuestras costumbres
se han socavado entre estos arrecifes
sin que lo queramos, como una roca
se desprende de la montaña al triste
desgaste del viento cuando está sola.
¡Labradora, te voy a ver de arriba
surcando los mares en que estuvimos
con la congoja de estar separados,
con la felicidad de lo vivido
y este amor que te seguiría dando!
Sonrisa (4/4)
Fue en el filo de una sonrisa pura…
Y dijo que el esfuerzo no alcanzaba,
que la melancolía no era triste,
que las comedias a veces son dramas,
que las batallas son para perderse,
que las costumbres son para olvidarlas,
que las fotos no son de los recuerdos,
que la lluvia es para ocultar las lágrimas,
que los viajes son para estar más lejos,
que las glicinas son para cortarlas,
que abrazarse no es como bailar lento,
que un beso es como una loción barata,
que el verano es como otoño en invierno,
que alcanza con poco, pero no alcanza.
De cualquier otoño una madrugada (14/5)
Que alguien escriba algo similar a esto
de cualquier otoño una madrugada,
que arranque con los dedos una historia
como esta apoyado en un par de almohadas;
que su cama por la ciudad se eleve
disfrutando de cada lontananza,
que disfrute de las memorias frescas,
que las ate como globos y salga.
¿Cada cuánto pasará que te escriban?
¿Cada cuánto estaremos de regreso?
¿Cada cuánto disfrutarás que lo hagan?
Para entonces, quizá, ya no me digas;
para entonces no me des ese encuentro
que falta este otoño, esta madrugada.
Recordar (15/5)
Recodar, olvidar, volver de nuevo
a recordar, a olvidar, y pedirte
que olvides conmigo y que nos recuerdes,
que vuelva a fingir y vos a fingirme
volviendo a superar lo que olvidamos,
volviendo a recordar lo que quisiste,
lo que quise, lo que quisimos juntos;
y que sin recordarme no me olvides,
y que aun olvidándome me recuerdes,
y finjamos juntos no estar fingiendo,
y que se convierta en feliz lo triste
olvidando al olvido de repente;
y que mañana sea amor el recuerdo,
y que lo olvidado nos encamine.
Un día (18/5)
Si a cada paso diurno retrocede,
encontrados queriendo, lo que fuimos,
a cada azote de la noche quedo
esperando una imagen, un suspiro.
Si a cada aprendizaje se me muestra,
repasos mediante, que tan herido…;
a cada recuerdo de nuestras láminas
se reconstruye el techo que construimos.
Y en cada emblema ya te recupero,
y en cada rostro ya lo nuevo es tuyo,
pero un día haremos que sea viejo.
Un día hicimos que no haya más muros
que nos contuvieran en el deseo,
que nos mantuvieran, como antes, juntos.
Entre mil fantasías pretendí (3/7)
Entre mil fantasías pretendí,
tal vez, transformarla en otra tan mía,
ir con ella hacia el mundo como un arma
contra el olvido y el odio a la vida.
Con ella combatí a los mercaderes,
a los guerreros, pasando los días
transmutando lo dañino en colores
que a lo oscuro de las cosas avivan.
Intenté descubrir tantas batallas
que poco a poco fui formando heridas
que te deshicieron, te dieron calma;
y así fuiste también a las colinas
donde habita el silencio de las vanas
costumbres que fueron mi fantasía.
Si viviera de nuevo (30/7)
Si viviera de nuevo, seguiría
buscando la ternura de tu sombra
que anida en las mañanas y en las noches
sale a volar sobre todas mis cosas.
Cuando lo nuevo aparece, lo viejo
sobre las costumbres calmas asoma
y las premoniciones sobre insípidos
planes nuevos distinguidas asoman.
Ya hacia los caminos floreceremos,
pasando el barro de lo que nos dimos,
faltando a reuniones sin paradero.
No quisimos más planes sin caminos,
ni cantar con nuestras voces silencio,
ni llenar con nuestro calor el frío…
Amanecer (17/10)
Tengo el corazón tan vacío y lleno
de aventuras perdidas, de culturas
que no existieron, de pobres canciones
cantadas una sola vez sin luna;
y a la vez me estremezco con las glorias
de las montañas que aguantaron rutas
y con los viñedos que fueron pasto
casi inerte, sin agua y sin las uvas.
De noche vuelven aquellos recuerdos
en que fui feliz, y volveré a serlo
cuando al alba aparezca la soltura.
Sin más demora, cede la penumbra
que tejen los nocturnos del silencio.
Soy pasión, soy porvenir: amanezco.
Éramos (8/12)
Ya éramos un recuerdo mirándonos,
como un desafío a la vida que no termina
y una emoción que recorre sola
otra canción lejana, de otra lejanía.
Éramos el pasado volviéndonos,
resucitando desde la arena,
y a la vez piedras cayéndome
que, un a por una, recogía
hasta volver a armarte,
hasta volver a armarnos
con la distancia que dan las horas,
las semanas, los años.
Solo nos encontramos en sueños (25/12)
Solo nos encontramos en sueños,
en el fugitivo misterio del arrebol,
donde todavía la noche no ha cedido sus firmes rasgos
y la claridad aún parece sombra:
solo entonces nos recordamos.
Entre autos, riñas, desechos y fiestas
fuimos a saludarnos nuevamente
y no me sorprendió esta vez tu boca,
que fue porción de tu frescura,
ni me sorprendió tu desconcierto
al llevarte por primera vez en mis brazos,
como si no fuese una obviedad hacerlo.
Después de la sociedad nos hicimos
anteriores a ella, y a nosotros,
como un racimo de fantasías
insumisas y desenfadadas hasta lo meridiano.
No solo ingresaste desde la furtividad,
desde el desconcierto de lo afable:
te hiciste desde el barro de mí mismo,
desde la incapacidad de mis sinceridades,
desde la debilidad de los deseos.
Te hiciste sobre el dolor de mis figuras,
desde lo inconexo de mis frenos,
desde la parsimonia, desde el fragor
que desenvuelve la brisa de lo que quiero.
Así te hice, nos hicimos,
desde la identidad lejana de lo viejo.
Icónica y dulce,
fuiste lo que no pude:
fuiste la fugacidad de mis pasiones;
fuiste la soledad del invierno;
fuiste la multitud arrastrándote
y arrancándote de mí
como una herida que no cesa,
como un hombre abandonado por su pueblo.
Te llevé cuanto pude en mí,
en mi adentro tan exterior, tan insensato,
tan inexperto, tan desahuciado y tímido.
Te llevé conmigo para que te quedaras
sin darme cuenta de que tu mirada
era solo el sentimiento de lo incandescente,
de la victoria sin pelea,
de la medalla sin esfuerzo,
de lo que quiere parecer sin serlo.
Tanto te llevé que fuiste mía
y ni siquiera pude reconocerlo.
Cuando te fundiste en mí ya no había
más que tu palidez astuta
y el incólume instinto de tu pelo.
No habías aparecido de una fragancia,
de una mirada o de una mímica:
eras el firme andar que me llevó
y me condujo en la posibilidad de mi recupero.
No había terminado la fiesta, que mi auto
parecía ya demasiado lejos.
Te esfumaste entre sábanas adustas.
El camino no nos encontró ya juntos,
ya perdimos lo que nos juntaba en serio.
Ya era otro.
Un daño curativo se me reveló
y me golpeó con su entereza
al despertar de lo que amamos juntos.
Fuiste lo que soy, lo que seremos.
*
Ni siquiera sé si serías lo que busco:
me pierdo en mis fantasías,
predigo erróneamente lo que me hará
volver a encontrarte de nuevo
en una calle de Buenos Aires
o en la fugacidad de mi solo deseo.
Te buscarán tantos, tantos serán imagen
que ni siquiera comprenderás que me destruyo
con cada letra del abecedario, con cada rasguido,
para dejar de ser quien te ama
y a la vez para toda mi vida seguir siendo,
porque no es una quimera lo que busco,
sino la pura capacidad de lo verdadero:
la fría mañana abrigada de la costumbre,
la comida antigua que es cada vez más lo nuestro,
la fragancia que nos devuelve a la niñez sincera,
la fugacidad de tu cuerpo en mis brazos en mis sueños.
Si ella supiera (26/12)
Si ella supiera,
en la amplia felicidad de alguna de sus noches,
que no elegí ser poeta,
sino que vinieron a mí los colores,
las maneras de asimilar lo nuestro,
las montañas que terminan las llanuras,
las ventanas bajas de los barrios quietos
y los hallazgos de quienes se buscan.
Si ella supiera
que todavía repaso a diario
alegremente nuestras fotos viejas
bajo el manto de los silencios cálidos,
estaría en su sintonía
de fiesta y humor tal vez, como puede
y desfila de sus esperanzas su rutina,
con el trabajo de los lunes y las risas de los viernes.
SI ella supiera
que anoche volví a estremecerme, porque no pude
dejar más sin dejarla de nuevo, abandonar su emblema,
pasar por el olvido las novedades de su fuste,
latir sin recordar las salidas cercanas,
recordarla propiamente sin destruirme,
hacerles caso a las simples fábricas,
pintar las mañanas de otro tinte.
Su rostro todavía recorriendo las calles
se asemeja a lo feliz, aunque volver no pueda,
pero me convenzo a cada paso de lo que ella vale.
Si ella supiera…
Soledad concurrida (28/12)
Tengo una soledad
tan concurrida
Mario Benedetti
Yo también tengo una soledad
tan concurrida,
tan llena de ausencias y de vos,
repleta de imágenes que iluminan
de belleza sin sustento las noches,
de ínfimos mensajes los días.
Yo también tengo esa soledad
tan concurrida,
tan llena de deseos, que son carencias,
tan inundada de ese dolor de tus pupilas
que faltan otra vez en cualquier solsticio,
que faltan como al dolor la fantasía.
Yo también tuve esa soledad
tan preferida,
tan inmensa de halagos, de insieme,
de colecciones de páginas destruidas,
de hojas con mi nombre en la basura
junto a los corazones dibujados con tu firma.
Ya no tendré esa soledad
tan múltiple vida,
saturada de posibilidades inconcretas,
de recorridos sin guía,
de astutas murallas colocadas
estratégicamente entre glicinas
que están en mí, entre mi sutileza
y tus paráfrasis conocidas,
tu silencio de esperar lo que no llega
y mis ojos y mis hombros explotándome de vida.
Cierre del año (31/12)
En conclusiones,
barajando las posibilidades de un nuevo año,
con las fuerzas en los tobillos
y en la esperanza un nido cantando,
considerable es que es útil,
si no directamente necesario,
asir por los hombros a los días
en que no inventamos
para definir:
a qué llamamos producir,
qué deseamos,
qué metas darán el brillo al porvenir,
qué andaremos buscando.

